Todas las fiestas del mañana
Exposición individual de Irene Anguita
Todas las fiestas del mañana
Exposición individual de Irene Anguita
1 julio - 29 julio 2021
La obra de Irene Anguita (Córdoba, 1997) es un reflejo de su propio tiempo, una pintura que es testigo de lo que nos sucede a diario. En las series que presentamos, 'Todas las fiestas del mañana' y 'Feed' (2020) observamos el interés de la artista por la relación entre lo tecnológico y lo físico, una relación en la que centra su investigación.
¿Cómo nos influyen la cantidad de imágenes que consumimos cada día? Y, ¿cómo puede influir esto en la practica artística contemporánea? Vivimos en una sociedad eminentemente visual en la que somos cada día bombardeados con cientos de imágenes, haciendo que seamos incapaces de procesar esta información a la misma vez que nos tornamos insensibles ante las mismas. La obra de Irene surge como una reivindicación ante el sometimiento de las imágenes en el que vivimos, como un ejercicio que nos pide pausa y reflexión sobre lo que estamos observando, pero también bajo una mirada simple y desenfadada. La motivación de este cuerpo de obra es precisamente las propias características plásticas de estas imágenes. La obra nace como una traslación de la luz y del dinamismo de las mismas al medio pictórico —refleja la unión entre las nuevas tecnologías y la tradición en la pintura. Observamos cómo estos lienzos emergen desde una preocupación mucho más formal y evolucionan hacia un interés narrativo, en el que gana protagonismo la propia materialidad.
El resultado es una obra que es testigo de su contexto, una pintura tremendamente viva que se sirve de un tema tan universal como es la fiesta pero desde un lenguaje personal e intimista. Una obra que nos recuerda la importancia de la pintura como una forma de lenguaje intrínseca al ser humano, como un espacio en el que se puede hablar de la multiplicidad del mundo de otra forma. Gracias al trabajo que nos presenta Irene, somos más conscientes de que la pintura nunca podrá morir, y si lo hace, volverá a resurgir, en un acto que es inherente a nuestra humanidad, ya que es una forma de asimilar el mundo en el que vivimos.
¿Cómo nos influyen la cantidad de imágenes que consumimos cada día? Y, ¿cómo puede influir esto en la practica artística contemporánea? Vivimos en una sociedad eminentemente visual en la que somos cada día bombardeados con cientos de imágenes, haciendo que seamos incapaces de procesar esta información a la misma vez que nos tornamos insensibles ante las mismas. La obra de Irene surge como una reivindicación ante el sometimiento de las imágenes en el que vivimos, como un ejercicio que nos pide pausa y reflexión sobre lo que estamos observando, pero también bajo una mirada simple y desenfadada. La motivación de este cuerpo de obra es precisamente las propias características plásticas de estas imágenes. La obra nace como una traslación de la luz y del dinamismo de las mismas al medio pictórico —refleja la unión entre las nuevas tecnologías y la tradición en la pintura. Observamos cómo estos lienzos emergen desde una preocupación mucho más formal y evolucionan hacia un interés narrativo, en el que gana protagonismo la propia materialidad.
El resultado es una obra que es testigo de su contexto, una pintura tremendamente viva que se sirve de un tema tan universal como es la fiesta pero desde un lenguaje personal e intimista. Una obra que nos recuerda la importancia de la pintura como una forma de lenguaje intrínseca al ser humano, como un espacio en el que se puede hablar de la multiplicidad del mundo de otra forma. Gracias al trabajo que nos presenta Irene, somos más conscientes de que la pintura nunca podrá morir, y si lo hace, volverá a resurgir, en un acto que es inherente a nuestra humanidad, ya que es una forma de asimilar el mundo en el que vivimos.
