Marina Roca Díe
Madrid, 1988
Ya sea a través de gruesos trazos de óleo, fijando fuertemente la figura de un cuerpo en el lienzo, o en endebles contornos dibujados a lápiz de una relación sexual, lo que es esencial en el trabajo de Marina es la constante exploración y escrutinio de esa cosa que llamamos el cuerpo.
Un cuerpo, el cuerpo, nuestros cuerpos –un fenómeno tan fundamental y básico en nuestras vidas pero en carne propia, tan imperceptible. Vivimos a través de él, en él y algunas veces en contra de él. No podemos vivir sin él. Es una paradoja de la percepción: no soy mi cuerpo y no existo sin él. Es un recipiente que contiene todo lo que soy, y sin embargo, ese soy desborda incesantemente las fronteras que lo encierran.
A través de representaciones de diversas ramas como la filosofía, el psicoanálisis, el feminismo, y más recientemente, las ciencias astronómicas, Marina explora extensivamente el perplejo territorio del cuerpo, su interior, su exterior, sus formas, sus texturas y su contenido para crear una representación potente.
Al final, lo que todas estas imágenes y representaciones capturan, es que un cuerpo no es nunca solamente un cuerpo.
Un cuerpo, el cuerpo, nuestros cuerpos –un fenómeno tan fundamental y básico en nuestras vidas pero en carne propia, tan imperceptible. Vivimos a través de él, en él y algunas veces en contra de él. No podemos vivir sin él. Es una paradoja de la percepción: no soy mi cuerpo y no existo sin él. Es un recipiente que contiene todo lo que soy, y sin embargo, ese soy desborda incesantemente las fronteras que lo encierran.
A través de representaciones de diversas ramas como la filosofía, el psicoanálisis, el feminismo, y más recientemente, las ciencias astronómicas, Marina explora extensivamente el perplejo territorio del cuerpo, su interior, su exterior, sus formas, sus texturas y su contenido para crear una representación potente.
Al final, lo que todas estas imágenes y representaciones capturan, es que un cuerpo no es nunca solamente un cuerpo.