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Estudio Debajo del Sombrero

Exposición colectiva de Ángel Jesús Sastre, Marina Sacaluga, Miguel Ángel Suesta, Marta Páramo

Estudio Debajo del Sombrero

Exposición colectiva de Ángel Jesús Sastre, Marina Sacaluga, Miguel Ángel Suesta, Marta Páramo

20 junio - 26 julio 2024

Créditos

Abel García

Abel García

Lola Barrera, Luis Sáez

Goro Studio

Dosier

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Esta exposición surge como resultado de un acercamiento atento al cuerpo de trabajo desarrollado a lo largo de 16 años por el Estudio Debajo del Sombrero.

Desde la curiosidad y el asombro, he abordado la tarea de recopilar este conjunto de obras; mi sorpresa se construye al entenderlas como la expresión de un grupo de artistas con una condición extremadamente nítida para enfrentar la verdad, que, desde desde un otro-lugar y un no-tiempo, nos enseñan a percibir una realidad sin pulimento ni envoltura (a reconocer su esencia fundamental e inexorable). 'Una especie de nada que flota antes de la palabra; una nada que no es vacío sino amplitud de palabras'. [1]

Ángel Jesús Sastre (Madrid, 1970)

Con una producción centrada en prototipos de materiales humildes y dibujos sobre papel, Ángel es un arquitecto emancipado de los enredos de la funcionalidad y la factibilidad. Sus construcciones, que son mamotretos superpuestos de estancias, habitaciones y mobiliario soterrado en pegamento, y los dibujos de paisajes urbanos que él conoce, practican una suerte de arquitectura memorial en la cual se regresa a un plano más emocional de la existencia. Es, quizás, un retorno al origen, al refugio, la cabaña, o una constatación hacia uno mismo, para almacenar y registrar obsesivamente el tiempo raíz del recuerdo.

Marina Sacaluga (Madrid, 1986)

Las órbitas aceleradas de Marina se entienden en la posibilidad de su conjunto. No representan nada. Nada más allá que su presencia inmediata. Todo su contenido está ahí, condensado en la desnudez de su impromptu, resplandeciendo por su pura presencia. Los rayajos de Marina son los de una compulsión prolongada (la del lápiz sobre el papel) y asistimos al acontecimiento de una erosión, únicamente quebrada por la punta del lápiz que se rompe. Entonces el color cambia, gradando, emulsionando un fulgor que no se aferra ni al espacio, ni a la geometría, ni a la imagen; sino a una sensación de corriente, de un tiempo efímero y neto. La energía elíptica de un cable enroscado un millón de veces por una corriente eléctrica.

Miguel Ángel Suesta (Barcelona, 1963)

En los dibujos de Miguel Ángel se palpa cierta problemática con respecto al lugar desde el cual se hace. Son interacciones lésbicas las que Ángel reproduce como un voyeur en la penumbra de un cuarto. Es la eventualidad de la fantasía lo que precisamente turba en su trabajo: una falta total de referencia para/con las expectativas de la sociedad. Es una narrativa en potencia realizada en y sobre los márgenes mismos de la cultura, en la que las connotaciones que se puedan extraer (o no) no son relevantes. Las imágenes de la quimera, nada tienen que ver con la realidad, es el lugar en el que se ficciona donde la posibilidad somete a la norma.

Marta Páramo (Madrid, 1993)

Es el tacto y no la vista, la experiencia de la sensibilidad. La aproximación de Marta (que también es ausencia) hacia estos bodegones, revela una caricia telúrica y aterciopelada. La capacidad de su obra para devolvernos la cotidianidad con cierta novedad tiene que ver con un alejamiento reflexivo; no obstante, indudablemente sensitivo. De otra manera, no podría llegar a algo verdaderamente íntimo. La traza del carbón no es la huella de la acción, sino la estela frugal dejada por Marta al pasar.

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Desde nuestra apertura y por el acercamiento tan estrecho que hemos tenido hacia la pintura, en El Chico llevamos tiempo rondando el concepto de la creación en la pintura. Hemos indagado desde varios puntos de vista y perspectivas –la de lxs pintorxs con lxs que hemos trabajado– lo que significa pintar, el hecho pictórico, el vacío y las conclusiones que sacamos de todo ello. La intención de este proyecto con el Estudio Debajo del Sombrero, sigue moviéndose dentro de la búsqueda de estas incógnitas, que de antemano, sabemos que no resolveremos nunca –o bien, cada pintor y pintora creerá resolverlas de manera fugaz, en distintos momentos de sus prácticas. Nos interesaba aproximarnos a las prácticas del Estudio Debajo del Sombrero desde el propio quehacer pictórico y no desde el enjuiciamiento curatorial; por esto, es un artista el que ha abordado la tarea no sólo de seleccionar, sino de enfrentarse a esas prácticas, tan despojadas de prejuicios y deberes que en muchos casos nos dejan con más preguntas que respuestas. Son lxs artistas los que mejor pueden entender estos indicios, porque finalmente, lo pictórico no puede (de verdad) explicarse con palabras.

Agradecemos mucho la colaboración de Lola Barrera y Luis Sáez y también, el asombro y entusiasmo de Abel García.

[1] Panero, L. M. (2005). Leopoldo María Panero: Antología poética. Visor de Poesía, n.° 989.

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